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El Origen del Flamenco

En el Museo va a encontrar una cueva exclusivamente dedicada al Flamenco explicando por qué el
Sacromonte es conocido como
“Cuna de Flamencos y Flamencas”

Nada simboliza mejor que el Flamenco la vocación universal de Andalucía. No es la expresión excluyente de una élite, sino el grito de rebeldía y vitalidad del pueblo andaluz para que pueda ser utilizado por los oprimidos de la tierra. Y aunque el flamenco es la voz del pueblo andaluz y solo se canta en andaluz y de memoria, se entiende en todos los idiomas. Se comprende en el interior más jondo.

El musulman andaluz, el morisco, desde el final de la guerra en 1492 es cada vez mas reprimido y perseguido. Obligado a renunciar a su religión y a su lengua, a sus costumbres y forma de vestir, en definitiva, a su memoria, cuando finalmente lo ha perdido todo además es expulsado de la tierra donde habia nacido.

Y muchos se fueron. O murieron en el viaje.

Pero muchos otros, los que no tenían nada que perder salvo la vida se quedaron. Y se quedaron con los gitanos. Como gitanos. Renunciando a quienes eran, a sus propios nombres y tomando otros nombres castellanos se mezclaron con las gitanerías que, en definitiva, llevan en su cultura el acoger al perseguido. Lo habian perdido todo salvo su memoria, y esa memoria a través de los cantes, los bailes y las palabras perduró en la aleación de bronces que es el Flamenco.

Siempre oculto y marginal por perseguido ahora por fin comprendemos el origen de la palabra.

Faláh significa campesino y Mankub es como en árabe se define a la persona que lo ha perdido todo y lo que es, al nivel ultimo del rechazo y la exclusión.

El faláh-mankub, el flamenco, no es en origen la música, sino la persona. El campesino que lo ha perdido todo.

Una situación humana que enlaza a los miembros de toda colectividad con mucha más fuerza que cualquier rasgo racial es el desamparo, el miedo, el dolor y el desarraigo… la amarga herencia compartida por los moriscos y los gitanos andaluces.

Todo aquel que escuche un cante puede percibir cómo esos trágicos sedimentos afloran una y otra vez desde las profundidades de las cuevas.

El Lorca más gitano

«hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo.»

 

«Yo creo que el ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío … del morisco, que todos llevamos dentro”.

 

Federico García Lorca

El origen de la Zambra

Una cueva del Museo exclusivamente dedicada a la Zambra, a su origen y su historia

Carmen Bernand, doctora en Antropología por la Universidad de la Sorbona, define la zambra como «un baile morisco particularmente sensual, al son de castañuelas y de tamborcillos, que anima los cortejos». El crítico francés Christian Poché se remonta siglo atrás para recordar que esos bailes y canciones, en su origen, eran considerados «indecentes y perjudiciales» según el Concilio de Toledo celebrado en el 1589. La tradición de las zambras fue absorbida, aprendida y transformada por los gitanos del Sacromonte hace siglos. Carlos V llegó a prohibirlas en el siglo XVI, durante la Inquisición, porque «se las asociaba en exceso al recuerdo de la presencia de los moriscos». Sin embargo, continuó practicándose de forma clandestina. La práctica de la zambra estuvo sometida a intentos de extinción tras la conquista del Reino de Granada, incluso fue prohibida por la Inquisición, en el siglo XVI.

Su continuidad, de forma clandestina, mantuvo vivo el legado. La cultura gitana del Sacromonte se convirtió en depositaria, velando por su supervivencia. A mediados del siglo XX, en paralelo al auge del turismo internacional, la zambra granadina renació con fuerza. La singular danza se convirtió en una atracción exótica y muy reclamada desde aquellos primeros turistas hasta los de nuestros días.

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